“Los poemas también son balas
y hay que escoger muy bien a quién se le dispara.”
Fer Dichter
Prescrito
Cuando el éxtasis
impaciente quiebre
la longitud del
dorado abrazo de la noche,
perpetuándose
el invierno en los huesos,
carcomidos por
el delirio de los sueños,
morirá el negro
lamento estrangulado
en su febril
útero de infante penitente,
viajero inconsciente
de secas gargantas.
Cuando la
voz yazca vencida de silencios
hablaran los
solitarios árboles
mezclando con
el viento sus voces
y ya no será nada, ni música,
en el eco
dulce del canto del mirlo.
Más, un
oscuro recuerdo adormecido,
romperá en
llanto helado de esperanzas
en el frío
descanso del olvido.
Cuando las cadencias
vencidas aún verdeen
en el
corazón de las hojas muertas,
los cansados
pies en los ilimitados
caminos
que llegan
hasta el alma de la tierra,
serán polvo en
el declinar de la tarde
bajando
despacio los párpados la vida
mientras
florece el silencioso mirto
en el
abatido huerto de la asechanza.
Blanca y
silvestre la nostalgia
en la orilla
de la infancia perdida.
Helados y
sudorosos los presagios,
tan inquietos
en la inhóspita piedra
“cuando” se lleva prescrita la
oportunidad
en el extinguido último hálito de la vejez…
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"