Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

miércoles, 18 de febrero de 2015

¿Quién me lo iba a decir?


¿Quién me lo iba a decir?

¿Quién me lo iba a decir?
Trasnochados quehaceres rompen
ahí donde la hoja seca quemó su ultima lágrima... 
Ahí, sin sepultura, ni lecho para dormir la cordura
y el paisaje no se derrota
sigue, y sigue, en su flamante odisea
mostrándose imperturbable
incluso cuando sus entrañas se rajan
y el dolor se hace lágrima en un cielo implacable...

¿Quién me lo iba a decir?
Si el celaje es bravío y corrupto
con sus manos de verdugo
y su ceguera de incombustible traición.
Solo mira mi espalda y el cuchillo que amanceba,
que no es más fiero que sus garras...
Tentáculos que a la tierra se adhieren
raíces en la memoria del tiempo
sangrado clorofila por sus arterias
reivindicando el verde en su mirada...

¡¡¿quién, Quién?!!,
¿Quién me lo iba a decir?
Si es la mano que me despertó a la vida
y de ella pareciera que me reniega.
Sagaz en su veneno
impertérrito en su enajenada equivocación... 

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