Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

jueves, 8 de noviembre de 2018

Me amaneces



Me amaneces

Me empiezas a amanecer hoy
desde la célula encontrada
aún niña, madurando a mujer.
Ha estado esperado presentir
su momento en un epígrafe
donde no te leía entre letras
llamadas a ser la gran lexía
que la hará adulta para ti. 

Amable puede ser todo sufrir,
equilibra la verdad en sus pies,
y al alma le llueve el pregón
del aíre con su rasa ventisca.
Sin hombro donde sostenerse,
dejará caer al Jacinto blanco
sobre las quebradas espinas
de la rosa de su pesadumbre.

El olor del almendro dormido
es tímido, igual que este sentir 
que escucha bailar las palabras.
Pan alimentando mis sentidos
en este tiempo que me arrastra
de puntillas a ese bonito abrir
del perfume asistido, susurrado
desde la profundidad de una boca.

No eres más que pensamiento
diseminando mi realidad en ti
con hábitos de costumbre.
Desertor por propia elección
jamás este llanto será lluvia
en la alcoba de tu mente,
ni hará parada en mi estación
estado siempre en otro norte.

Antoñi ( 08 – 11 – 2018)


1 comentario:

  1. Ah, bueno. Desde el título ya estamos en presencia de algo grande. Y se confirma en su lectura y re lectura.
    Me conmueven ciertas metáforas tuyas de inevitable influencia en el lector, en mi yo lector. Equilibrar la verdad en los pies del sufrir es algo tremendo, no a cualquiera se le ocurre.
    Te leo, comento cuando puedo.
    Besos.

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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"