Perdón
Soberbia de
curtida piel,
amanece para ti
la mañana
con una nueva embajada,
será así hasta caducar
tu visado,
¿Y después qué?
Aquí en este
corazón herido
se derramaron muchas
lágrimas,
como semilla, solo
la sal quedó.
No brotará después
la flor del amor
en ese diezmado campo
de arena.
Hoy me despierto
en tu vacío,
con el hábito de
no sentir nada.
Hago una
propuesta al derroche,
para que el
perdón no me agote,
lo firmaré para
siempre, extendido
al frío sin
abrigo, al hambre sin pan,
a las guerras contra
las víctimas.
También al perro
perdonaré,
ya no me duelen
sus ladridos,
tampoco sus vastas
dentelladas.
Extraña paz del
día después,
están conmutadas
todas tus deudas
el perdón te exime,
para tu descanso.
¿Y del dolor
causado qué?
No volverá el
niño de la muerte
a buscar el pan que
sacie su hambre,
tampoco encontrará
el mendigo
su abrigo que
mitigue su frío.
Ni la guerra librada
evitará,
haber dejado huérfana
la vida.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"