Siete cielos
La pena tiene callados
jardines,
sin voz en los brotes de sus flores
al otro lado del
alivio de la verja.
Recordar la
travesía del agua
en la bahía de
la almohada
donde tú serenas
mis parpados,
en la tramontana
de la vejez.
Abolir el eco de las huellas,
si la sequía se vuelve
insultante.
Respuestas que
nadie sabe,
ni la esperanza
en el verbo
cuando el amor
se muere
y el olvido es
un dintel de nieve
en la impotente
raíz del deseo.
Justicia que
mira a otro lado.
Ríos de soberbia
cruzando valles.
Llantos en el
réquiem del ocaso,
si los trigos
son lagos de arena.
A lo lejos, el respeto se exime
dejando
indiferente la escarcha
al calor del gesto
del alba en llamas.
Siete cielos y
unas tantas hojas
lleva en la boca
un “te quiero”.
Bajo las
estrellas yo te busco,
estigma que me
tatúas la piel,
regálame el imperio
de tus manos
allá donde la
noche me muerde
con vacías
estatuas de silencios.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"