Cuarenta y tres
Escondido, sin
descifrar tras la piel.
Sin cortejo, sin
tímidos cánticos
en la claridad
vencida del paisaje;
un cuarenta y
tres es un número
que solo tú y yo
sabemos, que sabe,
construir un
sueño inalcanzable
de vivo nombre
entre las espigas
con su séquito de
hierba herida
sangrada por un
viento suave.
Construir
azucenas en tu bosque,
perfumar sus
espejos con poemas,
evitando el
agobio de sus arroyos,
ahí, donde el
aliento de sus aguas
se desnudan de
angustias estivales.
Luminosa me
purifica la brisa,
me siento una promesa
dulce,
dejando
pinceladas nostálgicas
en el alma de tu
intima noche.
Retorna la
palabra, tu palabra
como voz de música
floreciente.
Espacio, luz presentida
de tus ojos,
soñarte a ti, en
tus manantiales
como un bien de
sabor a sueño.
Convertirás el
desmayo del alba
en hermosa claridad
policromada
asediada por
francos amaneceres,
exentos de
harapientas tristezas.
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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"