Si he de perecer al abrigo de este manantial,
abrupto, dominante, de fluido reino.
Que no me vuelva loza de mármol,
su frío carácter de primavera postergada,
que deje que el despertar del sol me sonría,
que la luna en su guardia me bese
mientras sus aguas me acarician el descanso...

domingo, 19 de abril de 2009

La hermosa bailarina





La hermosa bailarina

Javier era un joven escritor, todas las mañanas solía pasear por la orilla de la playa, también por el campo, donde podía encontrar distinta variedad de vegetación entre matorrales, flores silvestres y gran diversidad de árboles, ese entorno le inspiraba mil historias e infinidad de personajes. Dedicaba a esa actividad, todo el tiempo necesario en la mañana, para inflamar todo su ser de la suficiente magia, como para poder escribir el resto del día e incluso parte de la noche.
Un día, mientras caminaba por un estrecho camino que bordeaba a un pequeño bosque, no muy lejano al lugar donde estaba la cabaña, su hospedaje para escribir su última novela., Observó una hermosa figura de mujer que se movía como una bailarina. Se sonrió al ver una joven tan bella que parecía que danzaba para recibir el nuevo día. Puesto que el sol apenas si comenzaba a aparecer en el horizonte, apresuró el paso y se acercó. Algo extraño, en algún momento durante el trayecto desviaría la mirada y la joven desapareció. Por mucho que buscó no pudo saber qué dirección había tomado, era todo como un sueño, como si la visión hubiese sido producto de su imaginación. Defraudado bajó su vista y en un pequeño matorral de jaral-brezal, vio una pequeña libélula de brillantes colores rosados. Su ilusión fue atraparla, como si le volviera la niñez de golpe, donde se quedaba extasiado con la transparencia de sus alas, el tamaño de sus ojos, sobre todo, su deseo de ser más rápido que ellas para poder atraparlas. Siempre le fue imposible, volaban tan rápido como la velocidad de la luz. Hoy por fin tenía una al alcance de su mano, si actuaba de manera ágil, con la máxima concentración sería suya. Fueron milésimas de segundo, y uno de sus sueños infantiles fue realidad, el Javier hombre de ahora, caminó deprisa hacía la cabaña con la alegría del niño que fue.
Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de su pequeña prisionera en una caja de zapatos con diminutos agujeros le martirizó. Ya no era ningún niño, la libélula con su absurdo comportamiento, estaba condenada a una muerte segura, intento ignorarlo pero no pudo.
Finalmente al caer la tarde cedió ante su pesar, comprendió que su estupidez infantil había llegado a su término... decidió coger su caja y llevar a la libélula a su hogar.
Las luces del día casi habían desaparecido, al llegar al lugar del bosque donde la encontró. Nada más levantar la tapa, la libélula elevo su diminuta cabeza, agitando sus alas, notó como si le mirase con sus grandes ojos. Su cuerpo fue invadido de una sensación extraña, energía que caminaba hasta paralizarse en su mente, donde se grabaron unas palabras, un pensamiento, que le era imposible comprender porque motivo se repetía de forma intermitente, como queriéndole anunciar algo;
_ ¡Bailaré para ti en el amanecer, siempre!, ¡Bailaré para ti en el amanecer, siempre!_
Inmediatamente después su inquilina salió disparada volando, con ese clásico siseo tan típico en las de su especie y que tantos recuerdos le traía de su niñez. Sintió que con la liberación de la libélula perdía lo poco que en su interior quedaba de niño.
Al despuntar el alba al día siguiente, se levantó, sin pensar, se dirigió al lugar de la mañana pasada, casi había amanecido cuando llegó. Frente a sus ojos como si hubiera encontrado lo que iba buscando, la misma visión mágica; “la hermosa bailarina con su mágico baile, saludando el día”, esta vez, danzando con la mirada dirigida hacia él. Todo su cuerpo fue recorrido nuevamente por la sensación que lo invadió la noche anterior, el bombardeo de palabras en su mente y ahora le decían;
_¡Sabía que vendrías, por eso vuelvo a bailar para ti!, ¡Sabía que vendrías por eso vuelvo a bailar para ti!_
En ese instante lo comprendió, ella su añorada libélula y la hermosa bailarina, eran el mismo ser; su musa, su secreto desde ahora y para siempre….

6 comentarios:

  1. Ah!!! qué hermosura de texto, dándonos la posibilidad de darle a esa libélula misteriosa un don mágico, el de dar inspiración...

    PRECIOSO
    TAN DELICADO COMO EL VUELO DE UNA LIBÉLULA.

    BESOS GIGANTES.

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  2. El mar es una gran espada innumerable y una plenitud de grandeza.
    El mar es solitario como un ciego.
    El mar es un antiguo lenguaje que ya no alcanzo a descifrar.
    En su hondura, el alba es una humilde tapia encalada.
    De su confín surge el calor, igual que una humareda.
    Impenetrable como de piedra labrada persiste el mar ante los muchos días.
    Cada tarde es un puerto.
    Nuestra mirada flagelada de mar camina por su cielo: última playa blanda, celeste arcilla de las tardes.
    ¡Qué dulce intimidad la del ocaso en el huraño mar!

    Hermoso texto mi amiga,te deseo una semana llena de ilusión y proyectos.
    Te envío un abrazo.
    Saludos Rubén.

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  3. Hermosa historia la tuya amiga, preciosa, mágica.
    besos
    hs

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  4. Nos compartes un conmovedor relato de amor.

    Gracias y besitos

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  5. Sin dudas el saber soltar a tiempo el deseo atrapado, convierte al sueño en realidad. Dar libertad vuelve en forma de recompensa.
    Muy bello y ejemplificador.
    Besos.

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    Respuestas
    1. Hola Navegante...

      Gracias, me gusta insertarme en la prosa, me reviste más dificultad, aunque tengo cuentos y relatos escritos, y una novela pendiente a seguir que comencé hace más de una década, necesita ser documentada, y el tiempo, ese ladino invento, me tiene parada, pero es mi reto, la tengo que acabar... Besos

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"Si puedes mirar al rostro a este texto, te agradezco que me digas de qué color son sus pupilas…"